lunes, 12 de septiembre de 2011

La lectura desde una perspectiva filosòfica


La hermenéutica[1] de Martin Heidegger: Para este filósofo al proceso de comprensión se le llama interpretación. Esta no es otra cosa que comprender algo en cuanto algo, es decir, comprender un texto es proyectar ese conocimiento previo y comprobar que el objeto por conocer se ajusta a la forma mental de la expectativa. Cuando el objeto no se ajusta a lo que se tiene en mente entonces, “lo que se impone es escoger otro molde que haga posible la corrección, o sea, la recta comprensión del objeto” (León, 2009 P. 04) En tal sentido, la interpretación no es el tomar conocimiento de lo comprendido, sino el desarrollo de las posibilidades proyectadas en el comprender.
Heidegger introduce nuevas propuestas en la hermenéutica al dejar de considerarla únicamente como un modo de comprensión y entenderla como el modo fundamental de situarse el ser humano en el mundo. Desde entonces, su hermenéutica se convierte en una filosofía que identifica la verdad con una interpretación históricamente situada. La hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento, es por esto que postula que “Toda interpretación, para producir comprensión, debe ya tener comprendido lo que va a interpretar”.
Para este filosofo, la interpretación es superior a la comprensión, la primera se apropia de la segunda para poder internalizar una información. Esto es posible según el sentido que se le dé a la información, pues por muy corta que sea la lectura enriquece la mente humana, con esa información y sus conocimientos previos no solo cuestiona lo nuevo que se presenta sino que el lector es capaz de construir una teoría propia de las cosas. Todo dentro de un círculo hermenéutico que va de lo incomprendido a lo comprendido. En atención a esto León (2009) refiere como ejemplo:
Para responder a la pregunta: « ¿Qué es una obra de arte? », es necesario saber previamente qué es el arte; ahora bien, ¿cómo conozco éste si no reconozco las obras? El círculo hermenéutico no es exactamente un límite o un error del conocimiento (como condenaría la lógica clásica y el pensamiento científico), sino algo intrínseco al hombre e inevitable, pero que se constituye como una oportunidad que nos permite conocer el todo a través de las partes y viceversa. (P.08)

Es decir, que los conocimientos previos juegan un importante papel en lo que respecta a la interpretación de un texto, pues de este depende el sentido que le dé el lector a la nueva información que se presenta. Un nuevo conocimiento que es extraño para la mente de la persona, le obliga a cuestionarlo en virtud a lo que ya conoce, si no tiene idea de lo que representa pensara ¿para qué leer algo que no se a que se refiere?, claro está, un buen lector buscaría la información que no conoce y continuaría con el texto para comprenderlo de la mejor manera.
Hans Georg Gadamer y el proceso hermenéutico.
Para este filósofo el lenguaje es esencial para mediar la hermenéutica, se trata de sintetizar continuamente las experiencias previas o pasadas con el presente. La comprensión entonces, consiste en interpretar el texto a través de esa traducción de la realidad externa de acuerdo a la propia realidad subjetiva. El lector en atención a sus conocimientos previos interpreta el escrito y lo relación a con sus ideas propias y las que el texto en si expresa.
De acuerdo a la perspectiva de Gadamer, para obtener conocimientos es fundamental interpretar la realidad que se intenta comprender. En cuanto a la lectura, el lector se abre a un dialogo que le permite descifrar lo que el texto expresa, responder sus inquietudes propias y formular nuevos planteamientos, lo que inexorablemente lo llevara al alcance del conocimiento, es decir la comprensión de la realidad que le rodea.
Con respecto a la propuesta de Gadamer en atención a la hermenéutica, Aguilar (2004) señala:
La hermenéutica filosófica es el arte del entendimiento, que consiste en reconocer como principio supremo el dejar abierto el diálogo. Se orienta a la comprensión, que consiste ante todo en que uno puede considerar y reconsiderar lo que piensa su interlocutor, aunque no esté de acuerdo con él o ella. Es un saber peculiar: lo mucho que queda por decir cuando algo se dice. (P.61)
A partir de su propuesta se infiere, que se debe dar importancia al conocimiento que trae consigo el lector, pues este ya tiene experiencias, ha vivido situaciones que representan experiencias propicias para entender mejor el texto, puesto que al relacionar ambos horizontes se transformara el texto, lo cual aporta más al proceso hermenéutico. La intención de Gadamer es entender las condiciones de la solidaridad humana, a partir de la comprensión que este desprende. Para alcanzar este fin último, el lector no debe conformarse con la verdad presentada en el texto, debe contraponerla con la suya y a partir de allí formar su conocimiento de las cosas.
Ricoeur y la lectura
Para Paul Ricoeur (filosofo francés), el discurso se produce como “suceso”, es algo que ocurre cuando alguien habla. El discurso se realiza temporalmente y en el presente, porque el suceso consiste en la llegada al lenguaje de un universo a través del discurso. En este sentido, el discurso no sólo tiene un mundo, sino también tiene al otro, el suceso es el fenómeno temporal del intercambio, el establecimiento del diálogo, que puede iniciarse, prolongarse o interrumpirse.
Al reconstruir la estructura de un texto narrativo en ocasiones se renuncia a aprehender el alma de un autor. La principal tarea hermenéutica, escapa a la elección de la genialidad o de la estructura. Ricoeur la liga a la noción de "mundo del texto".
Para este filosofo, el texto es la mediación en las que el individuo se comprende a sí mismos. Una obra se gana sus lectores y crea de este modo, su propio interlocutor subjetivo. La apropiación está lógicamente relacionada al distanciamiento característico de la escritura, a la objetivación característica de la obra y tiene como interlocutor lo que Ricoeur denomina el “mundo de la obra”. El lector se apropia de una propuesta del mundo que no se encuentra detrás del texto, como ocurriría con una intención oculta sino ante él. A partir de ese momento comprender equivale a comprenderse en el texto.
Por otro lado, Ricoeur (citado por Jurado 2008) refiere “La lectura plantea de nuevo el problema de la fusión de dos horizontes, el del texto y el del lector, y de ese modo, la intersección del mundo del texto con el del lector” (P.10). Ciertamente, hay un conflicto entre estos dos elementos; el mundo del lector está siempre latente y lo empuja para buscar asociaciones con el mundo representado en el texto literario. Lo fundamental es que haya horizonte de lectura en el lector escolarizado, que es lo más difícil de lograr cuando el docente no trabaja desde un proyecto propio sino desde las listas de contenidos propuestas en el currículo.
Un principio fundamental en el trabajo escolar con la literatura lo constituye el conocimiento, por parte del maestro, de los modos en que funcionan estos textos caracterizados por la fuerza detonadora del pensamiento: los textos literarios. Pero el conocimiento de su constitución-funcionamiento no es suficiente si no está mediado por la lectura misma de los textos. Es decir, no se pueden comprender las regulaciones del texto literario, su modo de funcionar, si no es porque se vive con intensidad la experiencia de la interpretación, esto es, la lectura, y, como complemento, un acceso a los conceptos fundamentales en teoría literaria: finalmente el docente está trabajando en el contexto de la academia y existen unas teorías que se refieren a sus objetos de trabajo. (Jurado, 2008 P.11)
El cuidado de sí de Foucault
Michel Foucault (2005) en su obra la Hermenéutica del Sujeto presenta un estudio entorno al cuidado de sí. Postula, que es preciso que el sujeto se modifique, se transforme, se desplace, se convierta, en cierta medida y hasta cierto punto, en distinto de sí mismo para tener derecho al acceso a la verdad. Esto quiere decir que, el alumno necesita buscar la verdad dentro de sí antes de buscarla a su alrededor y si relacionamos esto con la comprensión de la lectura, se infiere que es el alumno quien debe formar su propio proceso, el cual se verá enriquecido con la práctica que ejercerá de acuerdo a sus intereses y la motivación que reciba tanto del hogar como del maestro.
A través de la experiencia, curiosidad e interés mostrará deseo de conocer el significado de muchas cosas entre ellas la escritura, intentara descifrar por sí mismo el significado de letras y símbolos, al mismo tiempo o posteriormente despertará su interés por expresar con su voz lo que realiza. Por otro lado, para corregir las fallas que presenten los alumnos en los procesos antes mencionados es necesario que él se haga una revisión acerca de en qué está fallando y como sujeto activo busque la verdad y subsane sus errores. Esto pudiera lograrse preguntándose a sí mismo, reflexionando sobre su concepto creado a partir de lo que ha leído que luego se verá plasmado en su discurso de ideas propias.
Es evidente entonces, que esa conversión de sí planteada por Foucault, implica una vuelta del lector sobre sí mismo, que exige que el alumno se encare con la realidad y avance hacia lo que quiere lograr, todo esto con su propia interpretación y comprensión, pues el asunto de la lectura no se limita, tal como suele creerse al hecho de entender lo leído, se necesita que el alumno asimile el contenido de lo que lee como si estuviera dentro del texto haciendo uso de recursos como la imaginación pero, también debe meditar reflexionando, escribiendo sobre lo que ya leyó y aportando nuevas ideas, conjeturas o postulados.
En relación a esto último, hay que acotar que más que “leer por leer” se debe asimilar la información, para ello se requiere aplicar estrategias de comprensión lectora que permitan interpretar el texto. Una buena manera es escribir nuestra interpretación de lo leído, de esta forma no solo se verifica la capacidad de comprensión y análisis, también se atiende la ortografía y la redacción. Un buen ejercicio sería leer, releer, interpretar y luego escribir de esta forma se convertiría estos procesos en hábitos.
En cuanto al rol que ejerce el docente es el de mediador de ese aprendizaje, mediador del proceso en el que el alumno aprende a conocerse a sí mismo y buscar su propia verdad. Debe ser alguien que sirva de modelo cuidando de sí también para ser un ejemplo ante su discípulo. El maestro debe ser una persona que cultive sus conocimientos día a día y que estimule a sus alumnos para que lean, comprendan y aprendan.
De acuerdo a las consideraciones anteriores, esa conversión de sí implica una transformación de la persona pues, es necesario su interés por aventurarse en la lectura como medio que le permitirá compartir sus pensamientos con otros, si presenta alguna deficiencia tanto en este aspecto como en la escritura, es preciso que busque por sí mismo la subsanación de estas debilidades, atendiendo a las sugerencias de otros con mayor conocimiento. Solo así logrará esa transformación que involucrará el conocimiento de sí y saber cuánto es capaz de lograr.
La Hermenéutica implica que el sujeto comprenda, intérprete y explique, por ello el alumno se verá en la necesidad de hacer uso de los procesos de lectura y escritura para poder alcanzar una comunicación eficaz con otros. Si una persona ha sido formada bajo esta perspectiva, no tardará en caer en el proceso de interpretación, cuestionamiento de lo quiere y debe, así como la construcción propia del significado de las informaciones que lee o escucha. No se quedará con la verdad que otro le imponga, pues la buscará por sus propios medios.
[1] Para León (2009) La hermenéutica tiene un largo recorrido vinculado a la interpretación de textos. En la primera mitad del siglo XIX, Friedrich Schleiermacher, elabora una teoría general de la comprensión independiente de la teología y de otros ámbitos específicos de aplicación. Inspirado en esto, Guillermo Dilthey desarrolla, en el siglo siguiente, una hermenéutica filosófica, que se propone aportar el fundamento gnoseológico a las ciencias del espíritu, en tanto que temática y metódicamente independientes de las ciencias de la naturaleza. Pero, es Martín Heidegger quien da el paso decisivo desde una hermenéutica que asume una tarea particular de la filosofía hacia una filosofía propiamente hermenéutica, al hacerse cargo del fenómeno de la comprensión como algo más que una forma de conocimiento o un sistema de reglas metodológicas, a saber como una determinación ontológica del hombre y un rasgo definitorio de la filosofía como tal en tanto que expresa la apertura del hombre al ser.
Referencias

León, Eduardo. (2009). El giro hermenéutico de la fenomenológica en
Martín Heidegger. Revista Polis. Universidad Bolivariana de chile. [Documento en línea]. Disponible: http://www.revistapolis.cl/polis%20final/english/22e/pdf/leon_ingl.pdf [Consulta: 2011, febrero 13]

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